-Pablo, tenemos que emigrar a Alemania por temas de trabajo.
-Por favor, yo quiero seguir en el mismo colegio, tener los mismos amigos y seguir viviendo en está casa y en este pueblo.
-Pero eso no puede ser Pablo, lo sentimos mucho, nosotros tampoco nos queremos ir pero es por el trabajo y si no nos vamos nos quedamos pobres.
Entonces el niño se encerró en su cuarto y estuvo 30 minutos llorando.
Al día siguiente, Pablo le dijo a sus amigos que se iba a ir a Düsseldorf (Alemania). Los amigos se pusieron muy tristes porque era muy amable y también.
Dos días después, se fueron en tren.
Cuando llegaron, al padre que se llamaba Roberto, lo acogieron muy bien, pero a la madre que se llamaba Mª. Dolores, la acogieron peor, aunque al paso del tiempo se acostumbraron a ella, pero lo que más la costaba a ella era el idioma porque no sabía hablar, el padre sabía un poco y para su trabajo, que era en una fabrica le venía muy bien.
A los dos años, cuando ya se habían acostumbrado, sabían el idioma, conocían la ciudad... Al padre le salió trabajo en Olivenza, cuando les contó eso a su hijo y a su mujer se pusieron muy contentos, se volvieron lo que pasa es que a todos les daba cosa de irse porque ya se habían hecho amigos.
Al llegar todos se pusieron muy contentos y Pablo estuvo con todos sus amigos de antes.
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